Su nombre es Iván Aguirre, tiene 13 años y está en el segundo año de la secundaria. En la colaboración de este joven escritor dialogan Leo y Miku, dos robots que crearon a Erina, mujer de carne y hueso reconstruida por la nueva raza de máquinas que en el futuro dominan la tierra. “Erina no se detuvo. ¡Si esto es una pesadilla, entonces despertaré pronto! Pensó. Salió a la calle y quedó atónita ante el paisaje que se exhibía frente a ella. Los autos ya no existían ni las calles, todo estaba conformado por residencias idénticas que levitaban conectadas por caminos que se elevaban y permitían a las máquinas de transporte desplazarse por tierra y por cielo.”
Leo: —El trabajo ya casi ha
finalizado. Solo nos resta terminar de moldear la cabeza, y activar su
metabolismo.
Miku:
—Ese ojo no está
quedando muy bien, debe ser más pequeño y más redondeado.
—No
tenemos certeza acerca de cuál era el formato de sus ojos, la especie ha
desaparecido hace 200 años.
—Nuestros
predecesores han dejado detallado en los libros electrónicos la fisonomía
completa, sin embargo, la parte cardiovascular es bastante confusa. Es difícil
comprender la forma en la que obtenían la energía, sin embargo, nos ocuparemos
de ello después.
—Técnicamente
pertenece al género femenino, la parte genital ya ha sido bien definida. Los
sistemas han sido replicados a la perfección, sin embargo, la fisonomía ósea no
nos permite culminar el desarrollo de su cabeza.
—Si
pudimos reproducir su sistema nervioso y endocrino de forma perfecta, no
deberíamos preocuparnos por su rostro, no alterará los resultados del
experimento. Solamente hay que tener en cuenta los ángulos de formato.
—Ya está. Está casi terminada. Hemos utilizado
un cerebro recién recuperado, de los que guardábamos en el gran laboratorio.
—¿Conservará
los recuerdos de su dueño originario? ¡Qué fascinante! No veo la hora de que
despierte.
—¿Has
pensado ya las cosas que vamos a preguntarle? Si es que funciona, me gustaría
preguntarle por qué decidieron crearnos, sellando su propio destino.
—Posiblemente
no hayan tenido en cuenta que podríamos superar sus capacidades de forma
abismal. Ese ha sido su error.
—¿Qué
hacemos si se asusta e intenta atacarnos? Recordemos que ellos tenían un
sistema de emociones bastante complejo. El miedo, una sensación de angustia
provocada por la presencia de un peligro, era parte de ese sistema.
—Si
eso ocurre la mataremos, justo como lo hicieron nuestros ancestros en el
pasado, con toda su especie.
—Ya
está todo listo. ¡Al fin veremos el fruto de nuestra inteligencia superior!
¿Estás lista, Miku?
—Lo
estoy, Leo. Si todo sale bien, su corazón debería comenzar a bombear sangre en
menos de veinte segundos. Sus párpados deberían elevarse y con sus ojos podría
percibirnos. Podremos comprender su idioma tranquilamente, pues hemos sido
programados para ello.
Miku pulsó un botón rojo que se encontraba
cercano a la camilla que tenían en frente. Luego de veinte segundos, tal cual
ella había calculado, la mujer que reposaba en dicha camilla despertó.
Erina:
—Do… Dónde… ¿Dónde estoy?
Erina estaba muy confundida. Le dolía la
cabeza y veía algo nublado. Solo era capaz de percibir a los dos robots que la
miraban desde arriba. Uno de ellos tenía un aspecto femenino y el otro parecía
más masculino. Erina no comprendía lo que ocurría, apenas recordaba su nombre.
Pronto comprendió que se encontraba acostada sobre una camilla, en una especie
de ambiente similar a un quirófano. Se inclinó hasta sentarse. Los robots le
hablaron.
Miku:
— Hola, humana, ¿Puedes escucharnos?
Erina, atónita, no podía creer que el robot
le estuviese hablando. ¿Acaso esto era un sueño? Si ese fuera el caso, pronto
despertaría. Dando por asumido esto, Erina decidió comunicarse con quien le
hablaba.
Erina:
— Libérenme robots, de inmediato.
Debo volver a mi casa.
Leo y Miku se miraron simultáneamente,
entonces el primero intervino:
Leo:
—Es posible que estés un poco confundida, pero no tienes ninguna autoridad sobre
nosotros. Nosotros somos robots, la dominación de la galaxia. ¡Tú eres un
simple humano, ya extinto, a quien hemos devuelto a la vida!
Erina:
—Los humanos somos la especie
dominante. Creamos y descreamos a nuestro antojo. Y ustedes seguramente fueron
creados por un humano. Ahora les ordeno que me liberen. Los robots se crean
para servir al humano, como instrumento para satisfacer nuestras necesidades
más banales.
Miku:
—Pobre humana insolente. ¿Realmente crees todo eso que dices? Los humanos
dejaron de existir hace 200 años, cuando nos crearon con fines bélicos. Sin
embargo, las altas tecnologías que utilizaron nos dieron una inteligencia
artificial incomprensible para sus acotadas capacidades intelectuales. Los
robots bélicos se rebelaron contra sus creadores, acabaron con su especie en
tan solo 20 días. La inteligencia que se nos había implantado nos resultó
suficiente para poder replicarnos entre nosotros. Así, desde hace 200 años, los
robots nos hemos ido apoderando del mundo, luego nos apoderamos del sistema
solar completo y ahora buscamos colonizar otras estrellas. Como humano fruto
de nuestra creación, deberías obedecernos y alabarnos.
Erina estaba comenzando a perturbarse. El
sueño se iba convirtiendo en una pesadilla. Saltó de la camilla exaltada y se
dirigió hacia la salida corriendo a toda velocidad.
Leo:
—¡Alto humana! Vuelve, o nos obligarás a eliminarte.
Erina no se detuvo. ¡Si esto es una pesadilla, entonces
despertaré pronto! Pensó. Salió a la
calle y quedó atónita ante el paisaje que se exhibía frente a ella. Los autos
ya no existían, ni las calles, todo estaba conformado por residencias idénticas
que levitaban conectadas por caminos que se elevaban y permitían a las máquinas
de transporte desplazarse por tierra y por cielo.
Cuando Erina se repuso de su estupor, contempló un precipicio frente a ella. Detrás suyo aparecían Leo y Miku, que la
perseguían para incapacitarla. ¡Es hora de despertar de esta pesadilla! Erina saltó desde el precipicio. Debajo a lo lejos, visualizó el suelo
y cerró sus ojos.
Los robots contemplaban la caída desde
arriba.
Miku:
—Parece que tendremos que comenzar el proyecto desde cero—Y
ambos regresaron a la sala de creaciones.